jueves, 5 de julio de 2018



   La palabra está viva cuando expresa un pensamiento nuevo. Uno puede llenar libros enteros con palabras hueras cuya única finalidad es ser reconocido y aceptado por sus pares. El ensayo, en ese caso, será una repetición de todas las ideas en boga, con ínfimas variaciones: aburrimiento garantizado.
   Quizá sólo debamos pedir al escritor un pensamiento vivaz, aunque sus ideas generen más cuestionamientos y dudas que seguridades. Eso encuentro yo en Montaigne, en Borges: un pensamiento vivo. Eso mismo he querido mostrar aquí: mi pensamiento al desnudo, sobre aquellos problemas que han desafiado mi comprensión. La evolución espiral de la humanidad, los prodigios y señales del destino, el abismo del bien y del mal, las influencias invisibles en nuestra vida; he aquí las constantes rectoras de este libro.     
   Bien dijo Borges que uno no debe buscar temas, sino que éstos lo encuentran a uno. Deseo que encuentren también al lector, inspirándole la misma perplejidad y asombro que a mí, pero también una visión más profunda de la vida, nuevas ideas y nuevas reflexiones.
  Una dimensión espiritual quiere hacerse presente a través de estos escritos, como un mar invisible cuyas ondas surcan y entrecruzan la realidad.