En la Galería de los Oficios de Florencia hay un
retrato de Giovanni Pico della Mirandola de perfil, con una especie de gorro
frigio. Escribió una obra refutando la astrología titulada Disputationes adversus astrologiam
divinatricem, la cual nunca leí. Sin embargo, estoy dispuesto a
darle la razón, pues yo tengo mis propias objeciones a la adivinación
astrológica.
En primer lugar, está la objeción de los
mellizos, nunca despejada por los astrólogos de manera convincente. Conozco
varios hermanos mellizos –no gemelos- cuyo carácter y destino difieren tanto cuanto se pueda
desear, pese a haber nacido el mismo día y a la misma hora, con apenas cinco
minutos de diferencia. Si la posición de los astros al nacer señalara el
destino de un hombre, estos hermanos deberían llevar una vida idéntica, o casi.
Pero nada de eso ocurre, por lo cual los astrólogos, obligados a dar una
explicación, atribuyen la divergencia de caracteres y destinos al movimiento de
los astros en esos cinco minutos transcurridos entre un nacimiento y otro.
Vano intento por salvar su ciencia, pues
casi nadie sabe con exactitud la hora de su nacimiento, siendo muy común que
los médicos redondeen los números al anotarlo, pues al momento del parto se
encuentran demasiado ocupados para mirar el reloj. O bien, puede ocurrir que el
reloj atrase o adelante unos minutos. Así, un bebé nacido a las 11:17 puede ser
anotado a las 11, 11:15 u 11:30; las diferencias con la realidad por lo general
superan holgadamente los cinco minutos. Por no hablar de tiempos aún recientes,
cuando las horas e incluso los días anotados en los registros parroquiales eran
inexactos.
Giovanni
Pico della Mirandola
Mis
padres, nacidos en sendos pueblos de Grecia, nunca supieron el día exacto de su
nacimiento. Papá nació “por Santa María”, según le contó mi abuela; eso cae el
15 de agosto. Sin embargo, su pasaporte tenía anotado como fecha de nacimiento
el 3 de agosto. Mamá nació el día de Santa Lucía –26 de julio- pero su
pasaporte indica 15 de agosto. Basándose en los documentos, un astrólogo podría
bosquejar su horóscopo, y emitir sesudas conclusiones sobre su destino tomando
en cuenta la posición de los astros el día de su nacimiento erróneamente
registrado.
Pero incluso si una madre encarga anotar
puntualmente la hora del nacimiento de su hijo para hacer su carta astral, no
podrá librarse de un margen de error considerable. La razón es sencilla: la
hora de un país generalmente está unificada, por lo cual nunca es exacta con
respecto al meridiano de Greenwich. En países como la Argentina , la distancia
del extremo este (Misiones) al oeste (limítrofe con Chile) es de más de 15
grados de longitud, ello representa más de una hora de diferencia en la salida
y puesta de los astros. Sin embargo, en todo el país se usa la misma hora, lo
cual la torna completamente inexacta a efectos astrológicos.
Debe pues tomarse en cuenta el punto
geográfico del nacimiento, y calcular la hora específica para ese lugar. Hoy
puede hacerse con la ayuda de programas informáticos, pero los inventores de la
astrología no contaban siquiera con relojes precisos, por lo cual todos los
horóscopos anteriores a la invención del cronómetro marino –siglo XVIII-
estuvieron mal hechos, incluyendo los de los Médici por Nostradamus, tenidos en
gran consideración por los astrólogos.
Si se aceptan comúnmente márgenes de error
tan amplios para trazar horóscopos y cartas natales, no puede atribuirse a una
diferencia de cinco minutos en el nacimiento ninguna relevancia. Generalmente
la luna y el sol permanecen dentro de la misma casa, y el resto de los astros
no varía su posición de manera significativa en un lapso tan corto.
Sencillamente, la mayoría de las cartas natales de mellizos deberían ser idénticas,
pero sus destinos no lo son. Los
mellizos no gemelos muestran en su carácter y fisonomía las mismas diferencias
y afinidades que cualquier par de hermanos, aunque sus nacimientos estén más
próximos. La astrología falla aquí, y no hay manera de remediar el error.
La segunda objeción proviene de la
observación de personas que cumplen años el mismo día: sus temperamentos no
presentan parecido alguno. Cris, mi mujer, persona de carácter dulce y firme al
mismo tiempo, generosa y comprensiva, cumple años el 4 de abril, mismo día que
Lautréamont, poeta del mal a quien dedico uno de mis ensayos. Ella no guarda
rencor en su corazón, y es capaz de ayudar a un desconocido: ¡ha llegado a
lavar el auto de un vecino sólo por estar junto al nuestro! El hombre habrá
quedado intrigado, al ver su auto tan limpio... He visto poca gente así, capaz
de hacer el bien sin mirar a quién.
Por el contrario, el “Conde de Lautréamont”
inventó un personaje llamado Maldoror, cuyo odio por la raza humana es tan
intenso que llega a cultivar piojos para molestar a sus congéneres. Ha
declarado la guerra a la humanidad, y sólo sale de noche para no ser visto...
¿Parecido entre ambos? ¡Ninguno! Pero a los dos les corresponde la misma
sección del horóscopo.
Llego a la tercera objeción, de carácter más
bien filosófico. El sistema astrológico, para poder funcionar, requiere de un
universo humano previsible y mecánico, donde los destinos individuales se
correspondan con el movimiento aparente de los astros y el todo engrane perfectamente,
como las ruedas de un reloj. Pero la vida del hombre es imprevisible, está
sometida a tantos factores aleatorios, que pretender conocerla por anticipado
mediante un mecanismo de ruedas combinatorias es una utopía.
En un universo azaroso e inestable, sólo
puede funcionar como presagio el sincronismo espontáneo de dos acontecimientos
-el uno actuando como señal del otro-; pero es imposible determinar
matemáticamente cuándo ocurrirá este tipo de sincronismos. La predicción
astrológica, en cambio, está regulada por las órbitas astrales, y pretende
imponer ese orden de hierro a una realidad humana libre e insumisa. El fracaso
de tal pretensión es seguro, y se manifiesta en los innumerables errores a los
cuales los anuarios astrológicos nos tienen acostumbrados.
Un sistema de predicción que no incorpora en
su propio funcionamiento el azar y lo imponderable, no puede adaptarse a una
realidad azarosa. La astrología es demasiado rígida, atada como está a los
inmutables y predecibles movimientos planetarios. En cambio, las señales
espontáneas del destino conocidas como presagios son multiformes y
oportunistas, pudiendo por lo tanto sincronizarse con los acontecimientos. Los
astrólogos prefieren su sistema, porque les otorga una ilusión de orden cósmico
que no existe fuera de sus conjunciones, oposiciones y trígonos.
Todas estas reflexiones me habían convencido
de la ineficacia de la astrología para predecir el futuro, pero no estaba
preparado para la revelación de un error milenario, cuya persistencia resulta
increíble: según los astrólogos, Aries rige entre el 21 de marzo y el 21 de
abril, pero en esas fechas ¡el sol está en Piscis!
El punto Aries se ha corrido un mes desde los caldeos
Si
usted nació -como yo- un 30 de marzo, toda la vida le dijeron que es un ariano
“impulsivo”, “dominante”, y no sé cuántas cosas más. Sus lugares preferidos son
los cuarteles militares, ya que usted es un líder natural. Se lleva bien con
Leo y Sagitario. Su color favorito es el rojo, porque a usted le gusta la acción
y el combate.
Pero resulta que el día de su nacimiento, el sol no pasaba frente a la constelación de Aries, sino frente a Piscis. Usted es un pisciano “introvertido”, “tímido”, no le gustan para nada los militares... ¿en qué quedamos? Tranquilo, estimado lector, no pretendo confundirlo. Por suerte, existen fuentes confiables donde consultar este tema.
Leamosla Wikipedia : “Los planos
del ecuador terrestre y la eclíptica (el plano formado por la órbita de la Tierra ) se cortan en una
recta que señala la dirección del punto Aries o punto vernal. Es
el punto en el que el Sol pasa del hemisferio sur al norte, cosa que ocurre
hacia el 21 de marzo (iniciándose la primavera en el hemisferio norte y el
otoño en el hemisferio sur). Es el origen de la ascensión recta y tanto ella
como la declinación son nulas. Debido a la precesión de los equinoccios este
punto retrocede 50,25”
al año. Ahora el punto Aries no se halla en la constelación Aries (como
cuando fue calculado por primera vez, hace por lo menos un par de miles de
años) sino en su vecina Piscis.”
Pero resulta que el día de su nacimiento, el sol no pasaba frente a la constelación de Aries, sino frente a Piscis. Usted es un pisciano “introvertido”, “tímido”, no le gustan para nada los militares... ¿en qué quedamos? Tranquilo, estimado lector, no pretendo confundirlo. Por suerte, existen fuentes confiables donde consultar este tema.
Leamos
Lo cual significa que, por efecto de la
precesión de los equinoccios, todos los signos se han corrido un mes desde la
época de los astrólogos caldeos, cuando fueron fijadas las fechas tradicionales
correspondientes a cada signo del zodíaco. Cualquier astrónomo competente lo
sabe, y más de uno se ha tomado la molestia de explicarlo en algún libro o
documental científico, sin por ello conmover a los astrólogos. Ellos siguen
aferrados a las fechas tradicionales, ya obsoletas por la traslación del punto
vernal en la esfera celeste. El resultado es que nadie pertenece al
signo que le corresponde según la Astrología.
Los
nativos de Tauro nacieron cuando el sol se encontraba frente a la constelación
de Aries, los de Géminis, cuando el sol pasaba frente a Tauro, los de Cáncer
tenían al sol en Géminis, y así sucesivamente. Nada concuerda con la realidad
celeste en el sistema astrológico, tal como hoy se utiliza. Desastre total.
Sin embargo, la gente contribuye a
mantenerlo vivo. Mi cuñado me dijo una vez que siendo joven, una conocida
astróloga –diplomada en una universidad de astrología europea- hizo su carta
astral, y, según sus propias palabras, “las pegó todas”. Tiene un cassette
grabado, donde la astróloga expone punto por punto las influencias planetarias
y los hechos de su destino que éstas prefiguran. Yo insistí para que me lo
trajera, y al fin pude oír el veredicto de la astróloga: sería un médico
famoso, se casaría con una mujer rubia y tendría cinco hijos. En lugar de eso,
mi cuñado es un comerciante, se casó con mi hermana –de cabello negro- y tiene
dos hijos, ya mayores de edad. ¡Acierto total!
Hoy día es fácil sacar la propia carta natal
por Internet: hice la mía con un amigo versado en astrología, quien indicó un
problema crónico en las piernas por la influencia de Saturno... pero al día de
hoy, disfruto con largas caminatas a orillas del mar, y no tengo ni siquiera un
juanete. Diría incluso que los pies son uno de los puntos fuertes de mi cuerpo.
Como se ve, los desaciertos de las cartas natales son moneda corriente, y los
aciertos no se ven por ningún lado. Y si alguna vez los hubo, se deben más a la
inspiración del astrólogo que a su sistema de predicción.
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